domingo, 2 de septiembre de 2012

MICRORRELATOS


“Zapato ¿de quién?”
Y allí estaba yo, grotesco, rechazado por todas las mujeres a quiénes les pregunté si era suyo. No me buscan a mí, si no a un príncipe celestial.

“No hay tres sin dos”
Todo estaba destruido, soplo de lobo a la primera, soplo de lobo a la segunda y luego los tres dijeron, la tercera es la vencida y el lobo falló.

“Mancha cadena”
Los nenes jugando a la mancha quedaron encadenados de por vida. Nunca más pudieron separarse uno de los otros.

“Hazte la fama y échate a dormir”
Aquel gran actor nunca más pudo despertarse de un profundo sueño.

“Pequeña capa roja”
Hoy en día la raptarían. Le convendría llevar consigo una autorización por ser menor, su documento y un objeto cortante o punzante.

"Duerme, cocodrilo"
Despertó y se sintió rígido, cosido a dos manijas. Una mujer adentró su mano en él, él la mordió. No sabía que al dormirse, se convertiría en cartera.

“LA MUERTE ATIPICA”
Ella estaba desesperada, se estaba muriendo por haber comido esa fruta tan perfecta. Al llegar el día el príncipe se enamoró a primera vista de la hermosa mujer y le dio el beso que la debería despertar. No lo hizo.

Calaveras
Dicen que no lo hacen, que se quedan en silencio, callan cuando mueren, pero ¡no!, camino entre lápidas y las oigo, dicen cosas que no entiendo. Le conté a mamá y me dijo: “no querida, las calaveras no chillan”.

Bosque
“Juguemos en el bosque mientras el lobo no está…” Eso cantaba la pequeña niña camino a la casa de su abuelita. Luego de un juego de preguntas y respuestas espeluznante, no vio más que jugos intestinales.

“Compartir”
El pastel estaba riquísimo, y se lo comió todo. A la noche el sapo no lo dejaba dormir.

“Cinco para el peso”
Era desilusionante para el niño pasar cada vez que iba a la escuela, por la vidriera de la juguetería. Miraba el autito a pilas, con el cartelito flúor del precio al lado, sacaba su billetera, que estaba ya muy gastada, la abría y seguía caminando hacia la escuela con la cabeza baja.

“La escondida”
-¿Cómo me encontrarían si no me escondiera?- Se preguntó Alicia antes de saltar al pozo.

“Plumas Verdes”
Y luego de una discusión con su mejor amigo, amaneció en la concha de la lora.

“¡Feliz cumpleaños!”
¡Pongámosle la cola al burro!- grito el niño, pero ya era tarde, había muerto desangrado.

“Pinocho”
Siempre creyó que jugaba bien al futbol, pero en realidad era de madera.

Crema del Cielo
Probé y un agujero se abrió sobre mi cabeza, “Solo un poco más dije” y así desapareció el techo de la tierra.

Estereotipo
¿Vos qué opinas? “Yo creo que un par menos y quedas bárbara” dijo a un huesudo reflejo.

Mancha cadena
Me tocó y nuestras manos se unieron por siempre.

No están vivos, no están muertos
Un día jugábamos a las escondidas pero NUNCA MAS lo encontré.

“Nadie entendía”
Ahora entiendo todo. Egipto. Cleopatra. Baño de leche. Gato.

“La caja”
Hubo una vez  una caja que podía levantar lo que quisiera, un auto, un alce, un yate, lo que quisiera. Empezó a ser conocida en todo el mundo como la “Caja fuerte”.

“La bella durmiente”
Aquella dulce princesa cayó en sueño profundo y eterno, sin saber que sería despertada 300 años después por una cabra en medio del desagüe.

“En una vida distinta”
¿Qué hubiera sido de Tutankamón en nuestra época? Seguramente no andaría con esas ropas jugando a la pelota con los niños en la calle.
La ley le prohibiría su mandato hasta que cumpliera los dieciocho, pero a esa edad muere.
Sí, seguramente su vida hubiese sido distinta; solamente sería uno más en esta vida.

“Pantalón pata de elefante”        
Cómo sería la vida de pesada si los pantalones cobraran vida al llevarlos puestos.

Del uno al cielo
Y fue contando de uno en uno hasta llegar al diez y, cuando quiso acordarse, se encontraba parada sobre una nube.

“Saludos peligrosos”
Hasta mañana, si Dios quiere…¿Y si Dios no quiere? No habrá mañana…

“La rana René
La niña fue molestada durante su niñez por su nombre. Ahora se convirtió en reina.


“La panadería”
La batalla entre lo dulce y lo salado se dio en plena cocina, el salero fue derribado por una bomba de dulce de leche repostero, el cañón humeaba todavía y la sal seguía cayendo.

martes, 28 de agosto de 2012

Kathya Pretz


Ya hacía 5 o 6 meses desde que Jason había recibido a sus últimas víctimas en el campamento de Crystal Lake. Con el frío helado del invierno ni siquiera aquellos atrevidos adolescentes iban a acampar. Pero la primavera y el calor ya habían llegado y con estas los campistas. Él estaba muy ansioso por ver a sus nuevos amiguillos.
Mark, Maxi, Susan y Roberta acaban de llegar. Mark y Maxi se pusieron a armar las dos carpas e instalar la música, mientras Susan y Roberta bajaban la ropa y la bebida. Jason, escondido detrás de unos árboles, planeaba su ataque de aquella noche. “Todo será muy sencillo, ya lo tengo todo fríamente calculado” se dijo.
Eran casi las 2 de la mañana y los chicos ya estaban completamente ebrios. Mark y Susan fueron a dar un paseo por el bosque; fue entonces cuando Jason se les apareció con sus dos armas favoritas, el machete y el hacha. Ambos cayeron al suelo de risa, obviamente no entendiendo nada de la situación en la que estaban. Furioso Jason dejó caer su hacha sobre la cabeza de Susan, pero ésta rodó como un fideo enjabonado por el piso una milésima de segundo antes y el hacha se quedó atascada en un tronco. Cuando intentó sacar su machete, se dio cuenta de que Mark lo había tomado sin que se diera cuenta y éste ya no recordaba dónde lo había dejado. Intentó entonces con una guadaña, pero para cuando quiso rebanarles la cabeza ambos estaban muchos metros adelante brincando como conejitos. Corrió tras ellos y antes de dar cuatro pasos se resbaló con lodo y ¡Plaf! Su cabeza estaba sumergida en tierra y agua. Realmente no podía creer lo que le estaba sucediendo.
Llegó al lugar donde se encontraban Maxi y Roberta, a los otros dos ya los había perdido de vista. Se deslizó silenciosamente detrás de Roberta y con un cautivante -“Hola” – esta se dio vuelta y le dio en la cara con un bate de beisbol. –“¿¡Le di a la piñata!?” gritó Roberta, quien al quitarse las vendas vio que no era lo que esperaba. – “No sabía que teníamos un nuevo compañero” le dijo a Maxi. – “Yo tampoco” le respondió. Jason recuperó la consciencia y, sin esperar, les tiró un dardo a ambos pero este se desvió y cayó sobre la cabaña del otro lado del lago en donde vivía Jason. –“ ¡Woooooooow, otra, otra!” gritaron los chicos sorprendidos por la llama brillante que se veía.
Jason, resignado, se paró y comenzó a alejarse de ellos diciéndose a sí mismo –“Malditos ebrios, la próxima vez voy a asegurarme de tirar todas y cada una de sus botellas al lago”, y luego desapareció entre la oscuridad de los árboles. 

domingo, 26 de agosto de 2012

Araceli Jáuregui


"La chocolatosa"
Pablo, un investigador, decidió llamar a un cura amigo para que investigara un caso de exorcismo en su pueblo. Él era un ex cura de iglesia y notaba comportamientos raros en su hija Evangelina de 12 años. Ella era muy inteligente y astuta, hasta que visitó la cueva del mal....Nadie sabía lo que le pasaba, comenzó a ser agresiva y  adicta a los dulces, siendo que a ella no le gustaban.
Su familia comenzó a hacer investigaciones acerca del hecho, investigación tras investigación... abogados, doctores, jueces y en fin nada. Un día tuvo una convulsión y mostró poderes sobrenaturales, como la levitación y una fuerza sobrehumana.
Evangelina pedía chocolates en una voz masculina y demoníaca. Su madre creía que los cambios estaban relacionados con la pubertad, pero los médicos sospechaban que era una lesión en el cerebro. Nada se podía comprobar. Fue entonces cuando Pablo decidió consultar la ayuda de un cura amigo.
Días después, la visita del amigo puso de manifiesto nuevas actitudes violentas en Evangelina, ruidos extraños y movimientos inexplicables. El cura no se animaba a realizar el exorcismo por miedo a lastimar a su amigo, Pablo, quien había llegado a la conclusión de que lo que su hija tenía era un demonio dentro...
Cuando llegó el momento de de exorcizar a la niña, ella, de repente... PLASH vomitó chocolates y muchas otras golosinas. Nadie podía creerlo. Levitó lentamente y cayó fuerte sobre la cara, levantó su torso y... lo que ella tenía era un empacho.

Paula Pereira


“LAS APARIENCIAS ENGAÑAN”

Cuenta la historia, relatada por todos nuestros padres, que el Hombre de la Bolsa era un hombre malvado que te secuestraba por las noches, a todos aquellos que se portaban mal y los desobedecieran. Yo conozco una historia parecida, pero en la que las cosas cambian…

El hombre de la bolsa no es un hombre “malvado”, él vaga por las calles, con su bolsa, revolviendo basura en busca de cosas que le sean útiles, cuando las consigue las dona a caridades y ayuda en hogares y comedoras comunitarios. Él encuentra chicos solos en las calles y los hospeda, no los secuestra, los salva. Las apariencias engañan, como dice la frase, él sólo busca ayudar a los demás.
Las versiones han cambiado, pero sólo porque el viejo hombre, a medida que transcurre el tiempo, se ha vuelto más torpe, se confunde niños con perros, recolecta perros y los trata como si fueran niños, como si fueran hijos, ¡Se ha enamorado de una caniche! Pero son cosas de la edad, el pobre anciano ya ni escucha, no distingue y planea formar una familia con un animal…

Luca Caverzán


“FRANKESTEIN”

  En algún lugar de Orlando, Florida, se encontraba Frankenstein, un monstruo amigable y fiel con sus amigos. Frankenstein se encontraba en el castillo con su creador, el Dr.Stally, y  jugaban al futbol como lo solían hacer siempre. De repente Frankenstein metió un pelotazo muy fuerte hacia el arco en el que estaba atajando Stally y, como el arco estaba en contra de la pared, la pelota rebotó haciendo un efecto de boomerang y golpeó en la cabeza del monstruo.
  El Dr. estaba desesperado ya que habían pasado 3 horas y Frankenstein permanecía desmayado, hasta se podría decir que estaba sin vida. Pero, en un instante, el joven monstruo se levantó; sin embargo, ya no era el mismo Frankenstein -aquel amigable y fiel joven- sino que ahora era un cazador de humanos maligno y sin respeto alguno hacia los demás.
Cuando despertó lo primero que se le escuchó decir fue:
-¡Ten-go Ham-bre quier-ro co-mer Hu-ma-nos.- El Dr. tuvo una reacción muy peculiar para con el monstruo, por lo que la segunda voz que se escuchó fue la del Dr. que le decía:
-Frankenstein, espero que esto no lo estés diciendo en serio. Decime, por favor, por qué ha pasado esto,  por qué te ha pasado a vos,  todo por una estúpida pelota que golpeó en tu cabeza.
Frankenstein dijo: -Te voy a comer a vos y a todos los humanos que encuentre, así que si querés vivir empezá a huir ¡ya!-
El Dr. estaba muy angustiado y no se quería ir, quería solucionar todo esto, hasta que en un momento notó que Frankenstein se estaba riendo. El Dr., sin entender, le preguntó a qué se debía esa risa, y Frankenstein contestó que le había jugado una mala pasada, que era todo una broma y lo regañó preguntándole cómo una pelota de futbol que golpeara sobre su cabeza lo iba a hacer cambiar de esta forma.
El Dr. se encontraba enojado con él, pero luego se lo tomó con humor y siguieron jugando hasta el anochecer.

Lautaro Montaña


“¿El Hombre Lobo?”
Todo comenzó aquel día de diciembre en el que John Astin se fue de campamento con su padre, el niño tenía tan solo 12 años. Cuando llegaron al lugar observaron que era un bastante húmedo, debido a las lluvias que se presentaban constantemente. Por esta razón no podrían realizar su preciado fogón alrededor de la carpa…
Cuando comenzó a caer la noche, los ruidos del bosque empezaron a inquietar a John y a su padre, por lo que se encerraron en la carpa sin salir. Esa noche no llovió, al contrario, brillaba la luna llena y los supuestos lobos acecharon durante horas en busca de presas frescas para matar, sus presas preferidas, aparentemente, eran  dos acampantes como ellos.
Esta historia la había escuchado John antes de partir para el bosque, se la había contado un amigo para lograr asustarlo y que el viaje se le tornara insoportable. Se hicieron las 12 de la noche y John y su padre se fueron a dormir, inquieto por la historia que le habían contado no pudo dormir hasta las 3 de la mañana. Cuando pudo cerrar los ojos, comenzó a escuchar ruidos y pasos alrededor de su carpa, salió a mirar y vio un aterrador oso, que no resultó ser precisamente un oso si no un hombre lobo con hambre de humano. Pero lo que le resultó muy extraño fue que el lobo no intentó atacarlo ni siquiera en esos 10 segundos que se quedaron mirándose a los ojos.
En ese momento John empezó a gritar y se metió nuevamente a la carpa para despertar al padre, pero el lobo seguía ahí parado sin intentar nada que pudiese llegar a poner en peligro las vidas de los dos acampantes, luego de unos minutos John volvió a salir para mirar, en ese momento vio que el hombre lobo se había sentado en una piedra bastante gigante con una actitud como de decepción con él mismo. Levantó la cabeza y vio a John mirándolo, ahí fue cuando comenzó a hacer algunos gestos extraños como para explicarle algo que John nunca entendería.
    El hombre lobo comenzó a comer las plantas que encontraba y en ese momento John se dio cuenta de que no era un auténtico hombre lobo si no que era un hombre lobo vegetariano, el niño despertó a su padre y ambos se acercaron cada vez más a él con la intención de saber qué le pasaba y por qué estaba tan triste, éste comenzó a escribir en la arena para que los dos acampantes entendieran su conflicto y lo pudiesen ayudar. En la arena decía, “Soy un hombre lobo en las noches de luna llena, pero no me siento nada conforme con esto, por favor ayúdenme… me veo muy gordo”… En ese momento los dos comenzaron a reírse a carcajadas, ya que pensaron que los quería comer pero afortunadamente era vegetariano debido a su problema con la gordura, aceptaron ayudarlo y lo mandaron a una “asociación de hombres lobos con problemas de sobre peso”. En cuestión de meses se recuperó y logró nuevamente salir al bosque a matar y comer gente como tanto le gustaba.

Julián López


Fue creado con un propósito, defender el laboratorio, fue llamado Frankenstein y era considerado un monstruo que, con sus dos metros de altura y una fuerza extraordinaria, imponía mucho respeto. Lo único que conocía era el laboratorio de su amo, a quien él cuidaba. Aunque no fuera muy inteligente, nadie se atrevía a entrar. Era casi una máquina invencible. Estuvo viviendo en el laboratorio hasta que el doctor, en un acto de increíble distracción, dejó la puerta abierta y el escapó.
Rápidamente, el doctor aviso a la ciudad para que tuvieran cuidado, pero  que no le hicieran daño. La gente respondió con agresión, debido al miedo que el monstruo generó, y se dispusieron a capturarlo. Frankenstein entró a una casa en busca de comida pero, cuando salió, la gente lo estaba esperando para capturarlo; salió corriendo y pisó un charco, hizo cortocircuito en sus tornillos y cayó al piso.
La gente no lo pudo transportar, por su gran tamaño y peso, y decidieron   dejarlo donde estaba con seguridad constante. Cuando el monstruo despertó estaba junto al doctor, pero, al ver una persona con un arma, se asustó y huyó.
Estuvo muchos días perdido. Un día, por el olor a comida, entró a una fiesta de disfraces, estaban todos disfrazados de monstruos y también varios como él, la gente lo felicitaba pensando que era un disfraz, nadie sospechaba que él era el real. Se comió todo lo que había en la mesa y cuando empezó el concurso del mejor disfraz fue el ganador.
Frankenstein no entendía nada. Cuando alguien lo llevó al escenario le quisieron poner la medalla alrededor del cuello; pero, sin querer, las manos del hombre tocaron sus tornillos -sus únicos puntos débiles- y cayó. El doctor estaba mirando  para otro lado y no se daba cuenta  de que Frankenstein estaba presente; al darse vuelta y ver su creación sin vida empezó a llorar y a gritar.